
Entrevista:
Revista Suyai TV
Una conversación con un artista o figura cultural donde buscamos profundizar en aspectos de su obra, vida y/o proceso creativo.

Entrevista:
Revista Suyai TV
Una conversación con un artista o figura cultural donde buscamos profundizar en aspectos de su obra, vida y/o proceso creativo.
Janet Toro: ¡Creo en la fuerza y el influjo del arte!
Una entrevista de: Suyai TV. 17/10/2025
Janet Toro Benavides (Osorno, 1963) es una artista visual y performista chilena que estudió en la Universidad de Chile. Formada en los años ochenta, emergió vinculada a la Agrupación de Plásticos Jóvenes (APJ), desarrollando acciones callejeras como estrategias de resistencia frente a la dictadura.
Su obra ha profundizado en el cuerpo como soporte de memoria, violencia estructural, política y existencial, con acciones como El cuerpo de la memoria (1999) o La sangre, el río y el cuerpo (1990).
Ha vivido y trabajado durante años en Alemania, y desde 2014 está de regreso en Chile, desarrollando performances, instalaciones y exhibiciones institucionales, como Intimidad radical. Desbordamientos y gestos en el Museo Nacional de Bellas Artes.

La performance Sacer Dolor: Simon Vogel.
Desde tus primeros trabajos en el contexto de la dictadura —como Dos preguntas (1986) en Paseo Ahumada— hasta los proyectos recientes, ¿cómo ha mutado tu relación con el cuerpo, la violencia simbólica y la intimidad como territorio de intervención?
Mi cuerpo ha mutado hacia una mayor consciencia del mismo y de su relación con el entorno. Además hay un consistente empoderamiento y mejor percepción en relación a las violencias que se ejercen sobre nosotras de forma permanente. También he logrado una claridad respecto de la capacidad que tiene un cuerpo de manifestarse y volverse una fuerza de transformación y de emplazamiento, desde su propia intimidad y desde su biografía.
En El cuerpo de la memoria (1999), realizaste 90 performances e instalaciones durante 54 días, en museos, espacio público y lugares de memoria, configurando una especie de “taxonomía del horror”.
– ¿Cómo integraste la carga histórica y testimonial con la dimensión estética en esa obra, y qué desafíos encontraste al abordar la memoria colectiva desde el cuerpo viviente?
La carga histórica, la aproximación al horror con mi propio cuerpo, fue durísima, agotadora y potente a la vez. Resolví que la bestialidad de la temática debía tener un contraste, para que se generara una tensión, entonces aborde lo terrible con una estética minimalista, sencilla, muchos espacios de silencio, casi de desolación, con zonas blancas, que aludían al blanqueamiento de la memoria, borradura de la memoria, un gesto histórico de los poderosos.
Los mayores desafíos los encontré en los actos de llevar mi cuerpo a límites desconocidos para mí, hasta ese momento, eran performances puras, sin ensayos, y exigían mucha concentración, una perseverante preparación física y emocional, exigían estar conectada con mi cuerpo y con todo lo que acontecía, renunciar a lo banal, a lo superfluo, exigía una gran capacidad de síntesis, para poder abrir mi cuerpo desnudo a un espacio público, en aquellos años, era muy fuerte, más aún al aludir a torturas y acercarme a tan terribles extremos.
Las performances en la calle fueron otro gran desafío, porque se está totalmente expuesta a cualquier reacción y a todo tipo de agresiones. De hecho, carabineros intentaron llevarme detenida varias veces, también unos enfermeros intentaron llevarme al manicomio, etc.
Otro desafío fue el cambio diario de las obras, de la instalación en el museo, surgidas de la intervención con mi propio cuerpo. Si bien hay obras semejantes, son todas distintas.

Sacra Notita, Janet Toro 2010
Tras vivir varios años en Alemania y luego volver a Chile, ¿qué alteraciones sientes en tu práctica artística —temáticas, metodológicas, relacionales— producto de esa experiencia internacional de residencia?
Al vivir en Alemania, las temáticas de mi trabajo se volvieron hacia lo existencial, se produjo una especie de introversión. Yo era una inmigrante, en malas condiciones, que luchaba por sobrevivir. De alguna manera hubo, los primeros años, una vuelta a la pintura, al dibujo, a lo bidimensional, momentos más solitarios. Posteriormente, al divorciarme, hubo un retorno a las performances, a partir del año 2003 y un acento con las instalaciones de gran formato, que ocurrían principalmente en las casas donde vivía, que eran arrendadas, y además durante las exposiciones, eran abiertas a cualquier persona de la calle, como en la serie Haus-Akt (Casa-Desnuda), obras que significaron abrirse totalmente al mundo externo. Fue acceder a una revelación existencial en cuanto a romper ciertas barreras espaciales y sociales.
En más de un momento tu obra ha gestado un cruce entre lo íntimo, lo público y lo político (la memoria, la tortura, la violencia de Estado). ¿Cómo piensas la audiencia contemporánea al enfrentar tus acciones performativas? ¿Qué deseas que el espectador “lleve” consigo tras experimentar tu obra?
Hay que saber que la audiencia es variada, es heterogénea. No pretendo controlar a nadie, cada una /uno tiene sus emociones, impresiones y formas de reaccionar. Creo que actualmente las personas están más abiertas a la recepción de obras transgresoras o cuestionadoras.
Me interesa que los gestos, las obras, las imágenes inusuales y polémicas, puedan provocar alguna emoción, un recogimiento, un temblor, una conmoción o por lo menos un revuelo en los espectadores y en las estructuras que nos delimitan.
Habitualmente encuentro bastante personas conmovidas por mis obras.
La exposición reciente Intimidad radical. Desbordamientos y gestos en el MNBA revisita múltiples momentos de tu trayectoria.
– ¿Cómo articulaste en esa muestra la tensión entre lo biográfico, lo testimonial y lo simbólico?
– Y mirando hacia adelante, ¿qué nuevas direcciones, formas o exploraciones te interesan transitar en tus próximas obras?
La exposición reciente Janet Toro. Intimidad radical. Desbordamientos y gestos, en el MNBA, la organizamos con la curadora Cecilia Fajardo-Hill, en tres ejes principales que recogen temáticas similares: Estos ejes fueron: 1. Cuerpo / Estado / Violencia, 2. Cuerpo / Afectos / Feminismos y 3. Cuerpo /Hogar / Creencias. Son ejes que abordan realidades, contingencias, experiencias, motivaciones fundamentales en mi quehacer artístico y que dan cuenta de una búsqueda amplia respecto del ser humano en estas cuatro décadas.
La tensión entre lo biográfico, lo testimonial y lo simbólico, que está presente en cada uno de esos ejes, la articulamos de una forma orgánica y no lineal, alterando lo cronológico, no nos interesó lo tradicional, como suelen ser pensadas las exposiciones. Nos interesó generar diálogos argumentales, guiados por lo emocional, lo existencial y lo político, con acentos fuertemente visuales y objetuales, y de esta forma ofrecer otros accesos a las obras.
Además la definición de las dos rotondas como centros neuràlgicos de movimiento de energías, con instalaciones variadas. Una instalan fija, que exhibía la vida, la diversidad, el estallido de cosas, con la instalación La torre vive y la otra rotonda con instalaciones cambiantes, que apuntaban a lo oscuro, la muerte, el conflicto, el genocidio: Sacra Notitia (Sagrada Información) y Requiem ad Calamitatem (Requiem por la Catástrofe). Y finalmente la performance Elegía por el desastre.
Hacia adelante me interesa mucho seguir con mis instalaciones de gran formato, que es el proyecto Intersubjetividad Urbana, que viene del año 2018 y que quedó trunco por la pandemia. Además voy a seguir explorando en la performance.
Tu trabajo ha sido un referente para el arte de cuerpo, memoria, resistencia y catalizador de conciencia social. ¿Cómo imaginas que evolucionará la práctica del performance y la intervención corporal en las próximas décadas, frente a las nuevas formas de violencia, las tecnologías emergentes y los discursos de memoria que aún permanecen invisibles?
Ma parece que las prácticas artísticas corporales van a evolucionar hacia lo tecnológico /virtual. Ya se ven algunas expresiones en esta dirección. También creo que, por contraste, lo colectivo, lo comunitario tomará fuerza. Por mucho que las violencias-fascistas emerjan, hay una consciencia del poder de las manifestaciones multitudinarias. Espero que nunca claudiquemos en sacar la voz.
¡Creo en la fuerza y el influjo del arte!.
