Entrevista:
Revista Suyai TV
Una conversación con un artista o figura cultural donde buscamos profundizar en aspectos de su obra, vida y/o proceso creativo.
Entrevista:
Revista Suyai TV
Una conversación con un artista o figura cultural donde buscamos profundizar en aspectos de su obra, vida y/o proceso creativo.
Lolo Ostia: La artista que convierte la bioluminiscencia en un lenguaje de luz y conciencia
Una entrevista de: Suyai TV. 29/11/2025
Lolo Ostia despliega una práctica artística situada en el cruce entre arte, ciencia y espiritualidad territorial. Sus obras se desarrollan a partir de procesos biológicos como la bioluminiscencia, entendida no solo como fenómeno natural, sino también como lenguaje poético y político que conecta lo humano y lo no humano desde la escucha, la simbiosis y la regeneración.
A continuación, la artista nos comparte las reflexiones que guían su trabajo y los horizontes que imagina desde lo vivo y lo sensible.
En tu trabajo, la bioluminiscencia y otros procesos biológicos aparecen como un lenguaje poético y político. ¿Qué te llevó a situar tu práctica en esta intersección entre arte, ciencia y espiritualidad?
Mi carrera artística comenzó en la fotografía y, como inmigrante, encontré en una cámara mi verdadero lenguaje. La fotografía documental me atraía especialmente porque permitía observar, con una honestidad casi brutal, la pluralidad de la población.
Con el tiempo, empecé a desarrollar un trabajo más instalativo; me interesaba la experiencia completa de la instalación: el sonido, el olor, la luz. Haber estudiado diseño de exhibiciones hizo que este giro se sintiera como volver a territorios que ya había explorado en la universidad. Comencé a trabajar con los sonidos de las plantas y con la celulosa bacteriana, eso hizo que me hiciera más consciente de que existen lenguajes imposibles de percibir a simple vista pero que, aun así, están ahí, vibrando. Ese hallazgo me abrió un mundo donde no importa cómo luce una persona, qué idioma habla, qué partido político apoya o en qué trabaja. En una sociedad cada vez más polarizada, las comunicaciones interespecie trascienden la idea misma de lo humano y desdibujan las barreras que nos separan.
Tus obras no representan la naturaleza, sino que la practican: trabajas con agua, algas, fermentaciones y vibraciones. ¿Qué desafíos y aprendizajes implica crear desde esa relación simbiótica con lo vivo?
Probablemente el mayor aprendizaje técnico ha sido trabajar dentro de un laboratorio. Adaptarme a un contexto científico implica cultivar placas bacterianas, seguir protocolos precisos y mantener rutinas meticulosas. Requirió mucha práctica, desde leer investigaciones académicas en biología hasta volver a enfrentarme a ecuaciones para calcular microlitros exactos en la pipeta. Es un proceso en el que sigo aprendiendo.
Para mí es fundamental comprender los conceptos de base, porque además de crear arte, me interesa profundamente la investigación y la enseñanza. Trabajar con organismos vivos exige entender qué temperatura necesitan, cuánta luz, qué ritmo de crecimiento tienen; cada especie parece tener su propio tiempo y su propio espacio. Aprender a acompañar esos procesos, más que a controlarlos, ha sido una experiencia extremadamente enriquecedora.
En tiempos marcados por la crisis ecológica, tu trabajo propone imaginar futuros posibles desde lo común y lo sensible. ¿Qué papel crees que puede cumplir el arte en la regeneración de nuestras ecologías afectivas?
Creo que gran parte de la crisis mundial —no solo ecológica, sino también social— se debe a la falta de educación y a la ausencia de curiosidad. Durante los últimos años he estado liderando talleres educativos en espacios públicos e instituciones académicas, tanto formales como informales, donde he podido ver cómo la participación activa despierta nuevas formas de mirar el mundo.
A través del arte participativo, donde las personas pueden compartir experiencias y generar conversaciones sobre nuestro entorno, es posible sembrar las semillas de la curiosidad y del conocimiento. Por otro lado, mi obra instalativa sumerge a las personas en un mundo construido desde el respeto. El arte tiene el poder de generar cuestionamientos sin resultar intimidante; al contrario, es accesible, y mi deseo es que mi obra despierte algo en quien la experimenta, ya sea una emoción, una reflexión o una pregunta.
Tu participación en la Galería Suyai TV abre una plataforma digital para tu obra, que se nutre de la experiencia inmersiva y la materialidad orgánica. ¿Cómo piensas esa traducción del trabajo vivo y simbiótico al formato de exhibición en línea?
Aunque normalmente considero que una presentación física es fundamental, en esta ocasión siento que una exhibición en línea puede ser igualmente gratificante. He trabajado con procesos biológicos en mi obra artística durante casi siete años. Muchos de los elementos, como la bioluminiscencia o los textiles naturales que emiten fluorescencia bajo luz UV, pueden parecer especulativos, pero en realidad existen en la naturaleza. Lo que hago es recontextualizar ciertos procesos para el espacio artístico. Aunque los materiales vivos se están volviendo más conocidos, todavía existe mucha ignorancia sobre algunos organismos, y creo que ese es un espacio importante para la exploración y la educación.
Tu obra invita a imaginar modos de existencia basados en el cuidado, la luz y lo común. ¿Qué horizontes o territorios creativos sueñas explorar en el futuro próximo?
Estoy cerrando un año del que me siento extremadamente agradecida. Recibí una beca de la Universidad de Columbia en Nueva York, que me permitió viajar a Perú y México con el objetivo de destacar la belleza de los mundos invisibles presentes en los pigmentos naturales y su conexión con narrativas culturales más amplias. Haber contado con el apoyo de Columbia ha sido, realmente, un sueño hecho realidad. Aún estoy trabajando en algunas piezas fruto de esta investigación, y habrá más noticias para 2026, así que ¡estén atent@s!